Estamos a pocas horas de llegar a ese momento del cambio de año, de este último día de 2010, y por más que quiero buscar cosas buenas de las que deba acordarme en el futuro, ocurridas en este que se acaba, pesan más los malos recuerdos.
Recuerdos de los peores momentos de la crisis económica, de una sociedad enferma de paro, de necesidades sociales, de dificultades económicas. De una sociedad enferma por culpa de unos malos hábitos y unos reprochables comportamientos de muchos de los miembros de la clase política, tanto los que ocupan el poder como los que aspiran a obtenerlo, de unos peores ejercicios de los banqueros, inmobiliarios, constructores, empresarios, consejeros, directores generales, de muchas empresas públicas y privadas, de los consejos de administración, de los asesores políticos, de los subdirectores, etc., que han permitido con sus acciones y omisiones que estemos hoy sumidos en una situación preocupante, muy preocupante, pero para los demás, para el resto de los ciudadanos, la gran mayoría de los hombres y mujeres de este país, que han visto reducidos sus sueldos, perdidos sus trabajos, cerrados sus negocios, disminuido su estatus económico y social etc. Y lo peor, es que muchos de nuestros conciudadanos, pasan hambre, malviven con pensiones miserables (quienes la tienen) o no tienen nada para subsistir más que una ayuda social que llega a veces tarde y mal.
Y mientras estos desalmados que nos han metido en este agujero a todo el país, se regocijan con sus opíparas gratificaciones de Navidad, con sus pensiones vitalicias, con sus groseros sueldos millonarios, y siguen disfrutando de sus coches oficiales, sus móviles, sus tarjetas VISA, sus asquerosas prebendas, mirando por encima del hombro a los demás y siguen gastando lo que no es suyo, dilapidando lo que es de todos, repartiendo beneficios entre sus socios de consejo, o entre sus familias o amigos.
Y como somos al final unos borregos, nos da igual, pensamos que es lo que nos toca, que si estos pueden es porque se lo merecen, porque no alcanzamos a comprender que está precisamente en nuestra mano acabar con este absoluto disparate y darle la vuelta a todo.
Estoy harto de ver a la gente lamentarse por las desgracias ajenas o propias y que luego, cuando llega el momento de dar un puñetazo en la mesa, se esconden en la masa y se dejan engañar por unos y otros, sin darse cuenta que lo que hacen con este comportamiento es echarse tierra encima y justificar su desgracia.
Tampoco me valen los que se conforman con la alegría de una copa del mundo, con un título de liga o de copa, con una campeonato de lo que sea, con un Oscar, etc., o los que se pasan el día viendo programas basura en la tele para poder contarse luego las chorradas que unos gritan a los otros, como si fuera lo más importante que sucede alrededor nuestro.
Cuando aprenderemos a tomar decisiones soberanas y a hacerlas cumplir, como propugna en el espíritu y en la letra nuestra carta magna. Dice la Constitución, que la soberanía reside en el Pueblo, y no veo por ninguna parte ni a una ni al otro.
En este país la soberanía ya no reside en el pueblo, está en manos de los poderes económicos, que a la vez controlan los poderes políticos, y si no es así, que me expliquen por qué se ha hecho lo contrario a lo que demanda el ciudadano.
Cuando los bancos y la burbuja inmobiliaria reventaron, lo que hicieron los gobiernos occidentales fue acudir en su ayuda, y todos aquellos miles de millones que les fueron inyectados, luego fueron exhibidos groseramente como beneficios bancarios, que luego repartieron como incentivos, productividades y otras miserias entre los directores de esos mismos bancos, que ya gozaban de buenos sueldos blindados. Por supuesto, también los segundos y los que les seguían en la lista se beneficiaron de estos réditos.
Y al tiempo que los bancos engordaban, los ciudadanos a los que se les había dejado sin trabajo, sin sueldo, sin posibilidad de pagar las hipotecas que tan fácilmente obtuvieron por estos banqueros, ahora debían dejar de pagarlas perdiendo las mismas y con ello todo lo que hasta la fecha habían atesorado.
El banco nunca pierde.
Una vez me contaron que cuando le debes una cantidad pequeña a un banco, pongamos 60.000 €, tú tienes un problema. Pero si le debes 60 millones de €, es el banco el que tiene el problema.
Poco más o menos es lo que ha pasado. El Estado, endeudado en todas las administraciones públicas (ayuntamientos, cabildos, diputaciones, comunidades autónomas y administración central) a las que no había enseñado a gastar lo justo, a no pedir más allá de lo necesario, a gobernar bien nuestro dinero, ahora se ve en la obligación de atender a estos bancos que le han estado ayudando a malgastar y dilapidar la pólvora del rey, y claro, para eso están los políticos, para arreglar los entuertos de los grandes, ricos y poderosos mientras reparte migajas al resto de los ciudadanos, al tiempo que les aprieta cada día más y más el cinturón, con impuestos sobre luz, agua, butano, tabaco, combustibles, etc.
Alguien dijo “Si la mierda fuera dinero, los pobres nacerían sin culo”, y así nos han dejado, en la mierda y con el culo al aire, mientras se despellejan (solo en el aspecto teatral) entre unos y otros para echarse en cara lo que unos no han hecho y lo que otros han dejado de hacer. Si al final todos son iguales, salvo que me lo demuestren con hechos, y no con palabras y promesas que luego se lleva el viento, como todas las que se nos hacen en esas campañas electorales que por cierto, cuestan también una millonada y no valen para nada.
Se me ocurre que a los políticos sean del partido que sea, los promocionen y les paguen directamente las empresas y los bancos, al menos así no se llevarían nuestro dinero, total si al final van a acabar dirigiendo las mismas o como asesores en sus consejos.
Este año se acaba y empezará otro, que quisiera afrontar con ilusión, con ganas de renovar, con esperanzas para todos los que lo están pasando mal, para aquellos que todavía resisten pero si sigue esto así, acabaran en el mismo agujero, con fuerzas para hacer más cosas y mejores cada vez, con la ilusión de encontrar a alguien que lidere a nuestra sociedad con nuevas ideas, renovados esfuerzos, mejor preparación, buena voluntad, capacidad y sobre todo un buen corazón.
Quizás estoy pidiéndole mucho a este nuevo año, pero al menos esta noche y mientras que coma las uvas, me afanaré en pedir eso, un futuro para este país y para todos nosotros, para nuestros hijos, para nuestros padres, para nuestros jubilados, parados, enfermos, disminuidos, necesitados todos.
Y al año 2010 le diré: TANTA PAZ LLEVES COMO DESCANSO DEJAS…
Feliz 2011.
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