Amanece Santa Cruz en este día de La Candelaria, todavía noqueado por los embates de las fuertes precipitaciones de las últimas 24 horas, producidas por un “fenómeno meteorológico adverso” de carácter subtropical, que bien pudiera ser llamado Tormenta Tropical por la magnitud de lo precipitado, la localización y contumacia y por la presencia de vientos fuertes y rachas muy fuertes, que suelen acompañar a este tipo de fenómenos.
Las imágenes de los efectos y daños son impresionantes. Inundaciones, arrastre de piedras, lodo, árboles y materiales de todo tipo, como vehículos, contenedores, mobiliario urbano, etc…, incluso el descarrilamiento del Tránvía y la inutilización de otra máquina en otro tramo del trazado. Carreteras cortadas, barrancos desbordados, alcantarillas volando por los aires, puentes inservibles, barrios aislados, caos y sobre todo, tristeza, preocupación e impotencia.
Tristeza por lo que suponen los numerosos daños a los de siempre, a los que les ha vuelto a tocar la peor parte, la pérdida casi completa de sus enseres, la inundación de sus casas, sus propiedades, lo poco u mucho que tenían y que como en anteriores episodios, ahora han vuelto a sufrir en mayor o menor medida la acción de este “Fenómeno”.
Preocupación, porque parece que no aprendemos de los errores, no solo no se han reparado con las suficientes garantías de previsión los fallos que ocasionaron anteriores inundaciones o desgracias, sino que se vuelven a cometer los mismos errores; barrancos llenos de mierda, taponados y sin revisar o limpiar, obras mal acometidas, proyectos de saneamiento y alivio inútiles e incluso peor, peligrosos por constituir represas o taponamientos que al liberar la energía que acumulan producen daños aún mayores, imbornales y viarios anulados o desviados sin sentido, por obras como las del Tranvía, que ha supuesto una mejora indudable para las comunicaciones de nuestra ciudad, pero ahora se pone en duda por los resultados de su infraestructura y el deficitario funcionamiento ante este “fenómeno”.
Impotencia, porque después de los episodios anteriores, como las riadas del 31 de marzo, la tormenta Delta y otras lluvias fuertes de estos últimos años, observamos con estupor que los mismos que han estado rigiendo nuestros ayuntamientos, el cabildo o la comunidad autónoma, han hecho más bien poco por prevenir que se volvieran a repetir los daños y el caos, no han sabido gestionar en épocas de “Paz” los medios y los recursos para construir las obras necesarias, proyectar convenientemente y llevar a efecto lo proyectado, y en vez de esto, se han dedicado a lucirse en las fiestas y romerías, tirarse los trastos de unos a otros en los foros de debate, cortes, consejos y ayuntamientos para hacer ver a los ciudadanos que esa es la misión de los políticos, la batalla dialéctica por encima de la correcta y ordenada gestión pública, y solo se han preocupado de cobrar a fin de mes hasta el último céntimo de esos fabulosos sueldos y dietas que salen de nuestros bolsillos y que con tanto sacrificio pagamos con nuestros impuestos.
Y es que el “Fenómeno” no es algo simplemente meteorológico, es más bien físico, que digo físico, personal, de carne y hueso, tiene nombre y apellidos, solo es necesario que usted, a la vez que lea estas líneas, le ponga cara, y si no, no se preocupe, pronto empezará a verlo en las televisiones y en la prensa o radio, dando ruedas de prensa para explicar que estos “fenómenos” son imprevisibles, que la culpa es de la madre naturaleza o del cambio climático o que se yo… sin perder la compostura mientras a usted se le queda la cara de gilipollas cuando intenta convencerle que hizo lo que debía, que avisó previamente, que todo estaba controlado, que a pesar de todos sus esfuerzos el “fenómeno” fue de tales magnitudes que supero (como siempre) las previsiones, y me da igual que sea político o representante o vocero de alguna empresa pública o privada, porque tampoco han hecho sus deberes, permitiendo con su dejadez que se inunden de nuevo las infraestructuras de servicio público, como transformadores, centrales, subestaciones, viales, imbornales, canales, alcantarillas, puentes, túneles, etc… Porque el “Fenómeno” no tiene vergüenza, ni la siente ni la conoce, sale a dar la cara cuando le toca, maquillado y con el atuendo adecuado al momento, vestido de romero, con mono de trabajo, con sombrero de paja o de mago, con corbata y traje de armani, y le volverá a pedir su confianza y el voto para las siguientes elecciones porque de algo tiene que vivir.
Y mientras usted, achicando agua, porque a pesar del “Fenómeno” usted tiene que seguir viviendo.
A pesar de todo, “Siempre que llueve, escampa”
Las imágenes de los efectos y daños son impresionantes. Inundaciones, arrastre de piedras, lodo, árboles y materiales de todo tipo, como vehículos, contenedores, mobiliario urbano, etc…, incluso el descarrilamiento del Tránvía y la inutilización de otra máquina en otro tramo del trazado. Carreteras cortadas, barrancos desbordados, alcantarillas volando por los aires, puentes inservibles, barrios aislados, caos y sobre todo, tristeza, preocupación e impotencia.
Tristeza por lo que suponen los numerosos daños a los de siempre, a los que les ha vuelto a tocar la peor parte, la pérdida casi completa de sus enseres, la inundación de sus casas, sus propiedades, lo poco u mucho que tenían y que como en anteriores episodios, ahora han vuelto a sufrir en mayor o menor medida la acción de este “Fenómeno”.
Preocupación, porque parece que no aprendemos de los errores, no solo no se han reparado con las suficientes garantías de previsión los fallos que ocasionaron anteriores inundaciones o desgracias, sino que se vuelven a cometer los mismos errores; barrancos llenos de mierda, taponados y sin revisar o limpiar, obras mal acometidas, proyectos de saneamiento y alivio inútiles e incluso peor, peligrosos por constituir represas o taponamientos que al liberar la energía que acumulan producen daños aún mayores, imbornales y viarios anulados o desviados sin sentido, por obras como las del Tranvía, que ha supuesto una mejora indudable para las comunicaciones de nuestra ciudad, pero ahora se pone en duda por los resultados de su infraestructura y el deficitario funcionamiento ante este “fenómeno”.
Impotencia, porque después de los episodios anteriores, como las riadas del 31 de marzo, la tormenta Delta y otras lluvias fuertes de estos últimos años, observamos con estupor que los mismos que han estado rigiendo nuestros ayuntamientos, el cabildo o la comunidad autónoma, han hecho más bien poco por prevenir que se volvieran a repetir los daños y el caos, no han sabido gestionar en épocas de “Paz” los medios y los recursos para construir las obras necesarias, proyectar convenientemente y llevar a efecto lo proyectado, y en vez de esto, se han dedicado a lucirse en las fiestas y romerías, tirarse los trastos de unos a otros en los foros de debate, cortes, consejos y ayuntamientos para hacer ver a los ciudadanos que esa es la misión de los políticos, la batalla dialéctica por encima de la correcta y ordenada gestión pública, y solo se han preocupado de cobrar a fin de mes hasta el último céntimo de esos fabulosos sueldos y dietas que salen de nuestros bolsillos y que con tanto sacrificio pagamos con nuestros impuestos.
Y es que el “Fenómeno” no es algo simplemente meteorológico, es más bien físico, que digo físico, personal, de carne y hueso, tiene nombre y apellidos, solo es necesario que usted, a la vez que lea estas líneas, le ponga cara, y si no, no se preocupe, pronto empezará a verlo en las televisiones y en la prensa o radio, dando ruedas de prensa para explicar que estos “fenómenos” son imprevisibles, que la culpa es de la madre naturaleza o del cambio climático o que se yo… sin perder la compostura mientras a usted se le queda la cara de gilipollas cuando intenta convencerle que hizo lo que debía, que avisó previamente, que todo estaba controlado, que a pesar de todos sus esfuerzos el “fenómeno” fue de tales magnitudes que supero (como siempre) las previsiones, y me da igual que sea político o representante o vocero de alguna empresa pública o privada, porque tampoco han hecho sus deberes, permitiendo con su dejadez que se inunden de nuevo las infraestructuras de servicio público, como transformadores, centrales, subestaciones, viales, imbornales, canales, alcantarillas, puentes, túneles, etc… Porque el “Fenómeno” no tiene vergüenza, ni la siente ni la conoce, sale a dar la cara cuando le toca, maquillado y con el atuendo adecuado al momento, vestido de romero, con mono de trabajo, con sombrero de paja o de mago, con corbata y traje de armani, y le volverá a pedir su confianza y el voto para las siguientes elecciones porque de algo tiene que vivir.
Y mientras usted, achicando agua, porque a pesar del “Fenómeno” usted tiene que seguir viviendo.
A pesar de todo, “Siempre que llueve, escampa”
Que razon tienes, estamos a merced de los "fenomenos", desprotegidos y vapuleados por ellos. Pero lo peor es que el "fenomeno" que debiera defendernos del otro que nos ataca, no nos tiene en cuenta, no nos respeta, no cuida de nosotrso como debiera, ni intenta e+mejorar lo mas minimo las condiciones que se deben dar para que no suframos tantos daños. Pobres ciudadanos en manos de estos berrendos que solo saben pedir votos y llenarse los bolsillos con nuestra miseria.
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