Los desagradables sucesos ocurridos durante este pasado fin de semana en las fiestas de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, producidos por enfrentamientos de jóvenes con la policía local, en una localidad por otra parte, cuyos habitantes disfrutan de un alto nivel de vida, con un índice superior al de casi todo el pais, obligan a todos a hacer unas cuantas reflexiones.
Lo primero es que por ese nivel de vida, que suele ser igualmente indicador de niveles de educación y convivencia social más altos, diferentes de otros donde la pobreza, el paro o la marginalidad suelen dejar estampas de lo que se ha venido a llamar el resentimiento social y en los que se suele manifestar la violencia con mayor facilidad, nos ha hecho extrañarnos por tan anómalo comportamiento por parte de unos jóvenes que se han mostrado increiblemente violentos a la par que frívolos y tan orgullosos de sus hazañas que hasta las han grabado en video y las han colgado en internet.
El problema se origina cuando se permiten actividades como los macro-botellones, en los que se consume alcohol de manera desaforada e incontrolada, amen de otras sustancias, que producen en nuestros hijos tales grados de exitación y descontrol que acaban por actuar como autenticos energúmenos, conscientes sin embargo, en la mayor parte de los casos, de su impunidad por la calidad de menores, por lo que creen que no serán acusados de delitos o faltas que puedan cometer según la legislación vigente en nuestro pais... y eso no es así, por suerte.
De los actos cometidos por lo menores de edad, serán responsables civilmente sus padres o tutores legales, hasta que obtengan la mayoría de edad en principio, siempre a la vista de las circunstancias y de la gravedad de los hechos cometidos, cosa que valorarán en todo caso las autoridades judiciales. Otra cosa es que no vayan a la carcel, pero tampoco van los que cometan un hecho por primera vez y que no supere los seis meses de condena, por ejemplo, y no por ello está todo el mundo delinquiendo a todas horas. En todo caso, quien la hace, que la pague, si no es el autor directamente que lo hagan sus padres.
Lo que es verdaderamente preocupante es la sensación de impunidad con la que se mueven en estos entornos urbanos, acudiendo a botellones donde se bebe de todo, sin que ninguna autoridad controle lo que por ley está prohibido claramente, que es el consumo de bebidas alcohólicas en la vía pública, la venta y el consumo de menores, sea o no en vía pública y otras circunstancias que no voy a enumerar pero que a todos nos llaman la atención, por la evidencia de que la Administración competente, sea local o regional, no se toma en serio la educación y el cuidado a los menores y a la infancia o juventud y prefieren como muchos padres irresponsables y mentecatos, dejar que los niños campen por sus respetos y a sus anchas y si pasa algo, pues luego veremos a quien le endosamos el muerto.
Es triste, pero es lo que tendremos de ahora en adelante, si no se hace algo para remediarlo de manera inmediata y con toda rotundidad, dando un escarmiento a estos imbéciles sean menores o no, que se han comportado como pijos borrachos y a los padres tres cuartos de lo mismo, para que tomen las medidas que deban en el ámbito de sus competencias como es el seno familiar.
Y estos hechos, por más que queramos pensar que son extraños y quedan lejos de nuestra sociedad canaria, en realidad no es así... Este fin de semana pasado, como en otros anteriores he podido observar con absoluto horror el estado en el que ha quedado la explanada marítima próxima al faro del Puerto de la Cruz, donde se celebran en las noches de los viernes o sábados macro-botellones, donde acuden multitud de jóvenes de todo el valle de la Orotava, y que al día siguiente ofrecen un lamentable espectáculo de dejadez, abandono, suciedad y peligro por los residuos como multiples botellas rotas, bolsas, papeles, plásticos y de otros más peligrosos como preservativos usados, jeringuillas y casi cualquier cosa.
Por eso recuerdo a todos los padres que los botellones no están tan lejos, y lo único que les falta a nuestros jóvenes es que alguien prenda la mecha, un ejemplo a imitar, porque son estos comportamientos y no otros más cívicos y solidarios, los que suelen imitarse generalmente, y se transmiten y contagian con mayor rapidez que si de una gripe o enfermedad se tratara, aumentado con las modas de las grabaciones con los moviles para colgarlos en internet, los SMS a móviles, los fenómenos de convocatorias masivas realizados a través de redes sociales como Tuenti, Facebook, Messenger o cualquiera otra, y finalmente la falta de ilusiones y metas que nuestra sociedad les ofrece a estos jóvenes nuestros, constatados en la falta de actividades para ellos en nuestros pueblos y ciudades, con lo que no les queda otra que juntarse para hacer lo que hacen las manadas... el borrego.
Y es que ustedes no se han preguntado nunca ¿Qué hacen realmente nuestros hijos cuando salen por las noches hasta las tantas de la madrugada... con quién van, qué toman, quienes son sus amigos o colegas?...
Quizás no sea tarde para prevenir antes que curar. Ahora depende de ustedes.
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