Ayer tuve el honor de asistir a una mesa redonda en
la sede de la Real Sociedad de Amigos del País en San Cristóbal de La Laguna,
en la que se invitaba a reflexionar
sobre la urgente necesidad de desarrollar el Instituto Volcanológico de
Canarias, institución demandada por la
sociedad científica en su conjunto, amparada por decisiones unánimes nada menos
que del Senado y de las Cortes canarias, y sobre todo por esta sociedad, la
canaria, que debe cambiar cuanto antes la percepción del RIESGO volcánico, y
comprender que vivimos en un territorio cuyo origen, esencia y destino es ser
volcán, por encima de cualquier otra consideración.
Los participantes de la mesa, el profesor de Geología de la Universidad de La Laguna D. José Antonio Rodríguez Losada, el catedrático de Geografía e Historia de Enseñanza Media D. Eustaquio Villaba, el catedrático de Ingeniaría Geológica de La Universidad Complutense de Madrid, D. Luís González de Vallejo y el Director de la División de Medio Ambiente del ITER D. Nemesio Pérez, en cuyo seno se ha materializado el Instituto volcanológico de Canarias (INVOLCAN) por la iniciativa del Presidente del Cabildo Insular de Tenerife D. Ricardo Melchior, que asistió también acompañado de su Vicepresidente y Consejero Insular del Área de Economía, Competitividad, Movilidad y Turismo, D. Carlos Alonso, expusieron según su propio criterio las necesidades y las mejores vías para desarrollar plenamente esta institución científica, bien como resuelta aplicación de las decisiones de las cámaras legislativas, bien como aplicación del modelo hawaiano, trasladable y exportable a nuestro archipiélago y que tan buenos resultados ha generado, bien como entidad colegiada que resulte del apoyo decidido de ambas Universidades canarias, que impulsen en la sociedad a esta iniciativa científica y centren no solo los esfuerzos investigadores sino también los datos que se obtengan, rentabilizando en mayor medida este esfuerzo, y promocionando la cantera volcanológica con una nueva cátedra centrada en esta materia, a la que hasta hoy no se ha dado cumplida respuesta en este territorio volcánico por excelencia.
Los participantes de la mesa, el profesor de Geología de la Universidad de La Laguna D. José Antonio Rodríguez Losada, el catedrático de Geografía e Historia de Enseñanza Media D. Eustaquio Villaba, el catedrático de Ingeniaría Geológica de La Universidad Complutense de Madrid, D. Luís González de Vallejo y el Director de la División de Medio Ambiente del ITER D. Nemesio Pérez, en cuyo seno se ha materializado el Instituto volcanológico de Canarias (INVOLCAN) por la iniciativa del Presidente del Cabildo Insular de Tenerife D. Ricardo Melchior, que asistió también acompañado de su Vicepresidente y Consejero Insular del Área de Economía, Competitividad, Movilidad y Turismo, D. Carlos Alonso, expusieron según su propio criterio las necesidades y las mejores vías para desarrollar plenamente esta institución científica, bien como resuelta aplicación de las decisiones de las cámaras legislativas, bien como aplicación del modelo hawaiano, trasladable y exportable a nuestro archipiélago y que tan buenos resultados ha generado, bien como entidad colegiada que resulte del apoyo decidido de ambas Universidades canarias, que impulsen en la sociedad a esta iniciativa científica y centren no solo los esfuerzos investigadores sino también los datos que se obtengan, rentabilizando en mayor medida este esfuerzo, y promocionando la cantera volcanológica con una nueva cátedra centrada en esta materia, a la que hasta hoy no se ha dado cumplida respuesta en este territorio volcánico por excelencia.
En cualquiera de los casos, lo
que si resulta evidente es que este desarrollo es realmente urgente e inaplazable,
y me explico.
Que Canarias es un territorio
volcánico activo es algo indiscutible; que como territorio volcánico debemos esperar
sin necesidad de aventurar nada, que en tiempos relativamente próximos
tendremos alguna o algunas erupciones volcánicas en las islas, es inevitable; que
el RIESGO volcánico, que se mide en parámetros que van en función del nivel de
actividad o de la población que pudiera resultar afectada, es cada vez más alto
en nuestro archipiélago es algo incontestable científica y empíricamente; que
el estudio de la ciencia volcánica es necesario para mejorar el conocimiento de
este fenómeno, la mejor difusión y aprovechamiento de sus beneficios, la
comprensión de los sistemas volcánicos en sí mismos, la previsión de su
evolución o aparición y sobre todo la reducción del RIESGO inherente a las
erupciones volcánicas, disminuyendo los daños y la afección a nuestra sociedad,
es algo indudable; por último, que Canarias no puede ni debe mirar para otro
lado teniendo como tiene un potencial económico, turístico, ambiental y
energético bajo su vasto territorio proveniente de la orogénesis volcánica es
incuestionable.
Por eso, de forma indiscutible,
inevitable, incontestable, indudable e incuestionable, y por ende, es
absolutamente necesario que cambiemos la percepción que esta sociedad tiene del
RIESGO y del fenómeno volcánico en si mismo, porque en algunos casos nos va en
ello la propia vida, y en la mayoría de los escenarios nos jugamos nuestro
progreso, nuestras haciendas y nuestro futuro como sociedad avanzada.
No hay más que mirar hacia el
modelo hawaiano, como apuntó magistralmente el catedrático de Vallejo, donde
todos los esfuerzos se han centrado en un solo objetivo, maximizando los
beneficios con la mejor inversión de los recursos, que por pocos o escasos no
son el problema en Canarias, sino más bien la falta de criterio, de control o
de supervisión adecuada, que hace que mucho de nuestro dinero invertido en
proyectos científicos o de investigación se vaya por la ventana como el aire.
Ahondar en la necesidad de
racionalizar los gastos, más que en la reducción de los mismos, redunda sin
duda en una mejor efectividad de éstos, y se hace ahora más necesario, en esta
época de crisis. No es un problema de falta de inversión, sino de mejorar como
se invierte.
Apuntaba también este catedrático a
la posibilidad de hacer de la ciencia volcánica una materia propia de la
Universidad, de ambas universidades canarias, para la gesta de una cátedra
dirigida por alguien carismático que lleve adelante esta iniciativa y consiga
además arrastrar a estudiantes hacia esta nueva materia científico-técnica y
universitaria.
El nivel de educación de un
pueblo es por encima de cualquiera otra circunstancia o rasero, la mejor medida
de su progreso, y en estos momentos tan convulsos que vivimos, con escenarios
de crisis no solo económicas sino sobre todo de valores, se hace más necesaria
una apuesta decidida por la educación, por la formación, por la especialización
para poder afrontar con mayor criterio los desafíos que se nos presentarán en
adelante.
En un país donde triunfa la
mediocridad, un país que ve Telecinco, un país de mayoría de borregos que no
tienen opinión salvo cuando les afecta directamente a cada uno, poco
preocupados en general por los problemas sociales, culturales, educativos,
científicos etc… una sociedad que va de un lado al otro arrastrada por las
opiniones interesadas de ciertos medios, sobresaltada a veces por sucesos que
le hacen abrir los ojos para volver a cerrarlos al día siguiente, un país en
suma que hace lo que dice el refrán, “acordarse de Santa Bárbara, cuando truena”,
es muy difícil cambiar la mentalidad y el sesgo sobre ciertas materias.
La única solución es educar a
nuestros hijos en esas materias, para que cuando sean mayores y tengan hijos y
los eduquen directamente sobre las mismas, así como a sus padres que ya serán
muy mayores para poder cambiar nada. Es necesario por tanto, que ese esfuerzo
se haga con la potenciación y el amparo de las Universidades, formando a los
educadores y favoreciendo esta mentalidad racional y en pro de la ciencia y la
investigación, que son el único camino para la mejora de nuestra sociedad.
Las Universidades han perdido ese poder sobre la sociedad, esa prevalencia; la culpa también la tiene el paro, cuyas colas integran muchos universitarios, aquellos que han decidido no emigrar para buscarse la vida fuera de España, que cada vez son más.
Las Universidades han perdido ese poder sobre la sociedad, esa prevalencia; la culpa también la tiene el paro, cuyas colas integran muchos universitarios, aquellos que han decidido no emigrar para buscarse la vida fuera de España, que cada vez son más.
Por eso el INVOLCAN no debe quedarse en una mera Institución en
el seno del Cabildo de Tenerife. El INVOLCAN nació para crecer y echar raíces en
Canarias por encima de postulados insularistas, debe contar con el apoyo de
todas las administraciones públicas, porque están obligados a ello por Ley,
porque deben cumplir con esas resoluciones que nuestros representantes votaron
en su momento por UNANIMIDAD…
Pero por encima de esa consideración
y otras que calificaban delito de lesa ciencia el que no existiera tal órgano científico
y de investigación en Canarias, exigido por renombrados científicos desde hace
ya más de 100 años, están las que nuestra sociedad demanda, que no son otras
que una necesidad de investigar para CONOCER, PREVENIR y DIFUNDIR todo cuanto
esté relacionado con una materia tan especial y que tantos beneficios o
perjuicios puede causar a todos los canarios, cuestión urgente e inaplazable
para evitar llegar a otra Santa Bárbara de la que luego nos acordaremos.
Mención aparte merece el olvido
imperdonable que la Administración del Estado ha tenido al publicar la Resolución de 30 de enero de 2013, de la
Subsecretaría, por la que se publica el Acuerdo de Consejo de Ministros de 25
de enero de 2013, por el que se aprueba el Plan Estatal de Protección Civil
ante el Riesgo Volcánico, articulado en el que no se menciona ni una sola vez al Instituto Volcanológico
de Canarias, desoyendo gravemente la voluntad de las Cámaras Legislativas de
este país, y en cuyo Plan Director se contemplan hasta quince planes de
coordinación y apoyo, pero ninguno de ellos se ha redactado con la finalidad de
asegurar los fines de la Ciencia, ni en su contenido se contempla para nada
esta posibilidad que es a todas luces imperiosa, sobre todo por lo que
desconocemos sobre la materia, teniendo la posibilidad de realizar avances
insuperables en escenarios cercanos como los de Canarias en su caso. Sin duda
otra oportunidad perdida, una texto redactado sin contar con todos los
organismos e instituciones necesarias que parece predecir un escenario militarizado
en caso de catástrofe volcánica más que una oportunidad para la investigación.
Por todo ello, insisto en que es
el momento de apostar por el INVOLCAN, pero no como un edificio o sede física,
las casas que se construyen sobre falsos cimientos acaban cayendo tarde o
temprano.
Tampoco es un Centro de Datos lo que se debe promocionar, eso le
corresponde en todo caso a los poderes públicos, pero si puede realizar esa
labor con la centralización de los medios bajo una misma dirección científica,
coordinada y estructurada en los diferentes aspectos de la vigilancia
volcánica, aunando esfuerzos y reduciendo con ello el gasto.
No veo al INVOLCAN como un
sustituto del IGN, como un centro de funcionarios de Servicio Público para
monitorizar datos sin hacer la correspondiente investigación.
El INVOLCAN debe aspirar a mucho más, para mí debiera estar compartimentado en tres facetas fundamentales:
- La primera, la INVESTIGACIÓN Y SEGUIMIENTO, la más amplia, que debe estar coordinada e integrada por todos
los organismos que hacen ciencia volcánica y el proceso de registro de datos,
su elaboración, estudio y la formulación científica sobre los mismos,
- La
segunda debe ser la GESTIÓN DEL RIESGO, impulsando el conocimiento de los
escenarios de riesgo volcánico, las posibles afecciones e informando a las
autoridades convenientemente para que no se cometan barbaridades como la
instalación de hospitales en zonas de alto riesgo, etc…
- La tercera, y no menos
importante, la de FORMACIÓN Y EDUCACIÓN, que debe ser liderada por nuestras
Universidades, apostando por una carrera o máster en Volcanismo, con una
cátedra sobre la materia, con la formación en cuestiones básicas de todo el
profesorado de nuestra tierra y para que se imponga una materia obligatoria en
nuestros colegios, la ciencia volcánica, formando con ello a los más pequeños.
Estas tres facetas básicas,
INVESTIGACIÓN, GESTIÓN Y FORMACIÓN, deben acometerse de forma simultánea y
coordinada, sumando esfuerzos desde todas las administraciones públicas
implicadas y bajo el amparo del Gobierno de Canarias, competente en la materia
en esa fase tan amplia que comprende la PREVENCIÓN, aglutinando a científicos,
investigadores, funcionarios, estudiantes e incluso voluntarios independientes
que a veces tienen mucho que aportar y exigen muy poco a cambio, salvo el
reconocimiento a su esfuerzo y voluntad de cooperación, ejemplos que todos
conocemos y no voy a nombrar.
Si no cumplimos con esta tarea
estaremos volviendo la espalda al volcán, mirando para otro lado, como hacían
antes, por ejemplo, aquellos Guardias que durante la erupción de
hace más de cuarenta años del Teneguía, velaban por la seguridad de la población de Fuencaliente dando la
espalda al fenómeno natural, sin pararse
ni un segundo a contemplar la belleza y grandiosidad de la erupción quizás por
desconocimiento, por miedo o por falta de formación que es causa de las dos
anteriores.
Hoy en día ese escenario no se
contempla o al menos no debiera contemplarse, y quienes nos protegen ahora miran además, de cara al volcán, le miran a los ojos, disfrutan del
espectáculo y colaboran con la ciencia, colaborando con ella, y porque en Canarias hay además un programa de educación en la cultura volcánica que
desde hace unos años lleva a cabo el INVOLCAN (Canarias, una ventana volcánica en el Atlántico) que acerca a todos incluidas
las fuerzas de seguridad, el conocimiento del fenómeno y la estimación de
riesgo volcánico, programa que ha paseado por todo el archipiélago esta
institución sin el apoyo de quienes debieran haber estado siempre a su lado, de
quienes gestionan lo público y deben velar por la vida
y la seguridad de todos los canarios y de los que nos visitan.
Son otros tiempos, se demanda
formación, conocimiento, investigación, desarrollo e innovación, que son la
mejor forma de afrontar la crisis, superar esta situación con renovadas fuerzas,
fomentar el turismo volcánico, potenciar nuestras posibilidades energéticas, emprender
y fomentar la inversión y sobre todo, crear empleo. También en este aspecto, la
ciencia volcánica puede y debe cumplir su papel.
No dejemos pasar la oportunidad,
apostemos por la ciencia volcánica, por el INVOLCAN y estaremos apostando por
un mejor futuro para Canarias.
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