miércoles, 20 de febrero de 2013

VOLVER LA CARA AL VOLCÁN



Ayer tuve el honor de asistir a una mesa redonda en la sede de la Real Sociedad de Amigos del País en San Cristóbal de La Laguna, en la que se invitaba  a reflexionar sobre la urgente necesidad de desarrollar el Instituto Volcanológico de Canarias, institución demandada por la sociedad científica en su conjunto, amparada por decisiones unánimes nada menos que del Senado y de las Cortes canarias, y sobre todo por esta sociedad, la canaria, que debe cambiar cuanto antes la percepción del RIESGO volcánico, y comprender que vivimos en un territorio cuyo origen, esencia y destino es ser volcán, por encima de cualquier otra consideración.

Los participantes de la mesa, el profesor de Geología de la Universidad de La Laguna D. José Antonio Rodríguez Losada, el catedrático de Geografía e Historia de Enseñanza Media D. Eustaquio Villaba, el catedrático de Ingeniaría Geológica de La Universidad Complutense de Madrid, D. Luís González de Vallejo y el Director de la División de Medio Ambiente del ITER D. Nemesio Pérez, en cuyo seno se ha materializado el Instituto volcanológico de Canarias (INVOLCAN) por la iniciativa del Presidente del Cabildo Insular de Tenerife D. Ricardo Melchior, que asistió también acompañado de su Vicepresidente y Consejero Insular del Área de Economía, Competitividad, Movilidad y Turismo, D. Carlos Alonso, expusieron según su propio criterio las necesidades y las mejores vías para desarrollar plenamente esta institución científica, bien como resuelta aplicación de las decisiones de las cámaras legislativas, bien como aplicación del modelo hawaiano, trasladable y exportable a nuestro archipiélago y que tan buenos resultados ha generado, bien como entidad colegiada que resulte del apoyo decidido de ambas Universidades canarias, que impulsen en la sociedad a esta iniciativa científica y centren no solo los esfuerzos investigadores sino también los datos que se obtengan, rentabilizando en mayor medida este esfuerzo, y promocionando la cantera volcanológica con una nueva cátedra centrada en esta materia, a la que hasta hoy no se ha dado cumplida respuesta en este territorio volcánico por excelencia.

En cualquiera de los casos, lo que si resulta evidente es que este desarrollo es realmente urgente e inaplazable, y me explico.

Que Canarias es un territorio volcánico activo es algo indiscutible;  que como territorio volcánico debemos esperar sin necesidad de aventurar nada, que en tiempos relativamente próximos tendremos alguna o algunas erupciones volcánicas en las islas, es inevitable; que el RIESGO volcánico, que se mide en parámetros que van en función del nivel de actividad o de la población que pudiera resultar afectada, es cada vez más alto en nuestro archipiélago es algo incontestable científica y empíricamente; que el estudio de la ciencia volcánica es necesario para mejorar el conocimiento de este fenómeno, la mejor difusión y  aprovechamiento de sus beneficios, la comprensión de los sistemas volcánicos en sí mismos, la previsión de su evolución o aparición y sobre todo la reducción del RIESGO inherente a las erupciones volcánicas, disminuyendo los daños y la afección a nuestra sociedad, es algo indudable; por último, que Canarias no puede ni debe mirar para otro lado teniendo como tiene un potencial económico, turístico, ambiental y energético bajo su vasto territorio proveniente de la orogénesis volcánica es incuestionable.

Por eso, de forma indiscutible, inevitable, incontestable, indudable e incuestionable, y por ende, es absolutamente necesario que cambiemos la percepción que esta sociedad tiene del RIESGO y del fenómeno volcánico en si mismo, porque en algunos casos nos va en ello la propia vida, y en la mayoría de los escenarios nos jugamos nuestro progreso, nuestras haciendas y nuestro futuro como sociedad avanzada.

No hay más que mirar hacia el modelo hawaiano, como apuntó magistralmente el catedrático de Vallejo, donde todos los esfuerzos se han centrado en un solo objetivo, maximizando los beneficios con la mejor inversión de los recursos, que por pocos o escasos no son el problema en Canarias, sino más bien la falta de criterio, de control o de supervisión adecuada, que hace que mucho de nuestro dinero invertido en proyectos científicos o de investigación se vaya por la ventana como el aire.

Ahondar en la necesidad de racionalizar los gastos, más que en la reducción de los mismos, redunda sin duda en una mejor efectividad de éstos, y se hace ahora más necesario, en esta época de crisis. No es un problema de falta de inversión, sino de mejorar como se invierte.

Apuntaba también este catedrático a la posibilidad de hacer de la ciencia volcánica una materia propia de la Universidad, de ambas universidades canarias, para la gesta de una cátedra dirigida por alguien carismático que lleve adelante esta iniciativa y consiga además arrastrar a estudiantes hacia esta nueva materia científico-técnica y universitaria.

El nivel de educación de un pueblo es por encima de cualquiera otra circunstancia o rasero, la mejor medida de su progreso, y en estos momentos tan convulsos que vivimos, con escenarios de crisis no solo económicas sino sobre todo de valores, se hace más necesaria una apuesta decidida por la educación, por la formación, por la especialización para poder afrontar con mayor criterio los desafíos que se nos presentarán en adelante.

En un país donde triunfa la mediocridad, un país que ve Telecinco, un país de mayoría de borregos que no tienen opinión salvo cuando les afecta directamente a cada uno, poco preocupados en general por los problemas sociales, culturales, educativos, científicos etc… una sociedad que va de un lado al otro arrastrada por las opiniones interesadas de ciertos medios, sobresaltada a veces por sucesos que le hacen abrir los ojos para volver a cerrarlos al día siguiente, un país en suma que hace lo que dice el refrán, “acordarse de Santa Bárbara, cuando truena”, es muy difícil cambiar la mentalidad y el sesgo sobre ciertas materias.

La única solución es educar a nuestros hijos en esas materias, para que cuando sean mayores y tengan hijos y los eduquen directamente sobre las mismas, así como a sus padres que ya serán muy mayores para poder cambiar nada. Es necesario por tanto, que ese esfuerzo se haga con la potenciación y el amparo de las Universidades, formando a los educadores y favoreciendo esta mentalidad racional y en pro de la ciencia y la investigación, que son el único camino para la mejora de nuestra sociedad. 

Las Universidades han perdido ese poder sobre la sociedad, esa prevalencia; la culpa también la tiene el paro, cuyas colas integran muchos universitarios, aquellos que han decidido no emigrar para buscarse la vida fuera de España, que cada vez son más.

Por eso el INVOLCAN no debe quedarse en una mera Institución en el seno del Cabildo de Tenerife. El INVOLCAN nació para crecer y echar raíces en Canarias por encima de postulados insularistas, debe contar con el apoyo de todas las administraciones públicas, porque están obligados a ello por Ley, porque deben cumplir con esas resoluciones que nuestros representantes votaron en su momento por UNANIMIDAD…

Pero por encima de esa consideración y otras que calificaban delito de lesa ciencia el que no existiera tal órgano científico y de investigación en Canarias, exigido por renombrados científicos desde hace ya más de 100 años, están las que nuestra sociedad demanda, que no son otras que una necesidad de investigar para CONOCER, PREVENIR y DIFUNDIR todo cuanto esté relacionado con una materia tan especial y que tantos beneficios o perjuicios puede causar a todos los canarios, cuestión urgente e inaplazable para evitar llegar a otra Santa Bárbara de la que luego nos acordaremos.

Mención aparte merece el olvido imperdonable que la Administración del Estado ha tenido al publicar la Resolución de 30 de enero de 2013, de la Subsecretaría, por la que se publica el Acuerdo de Consejo de Ministros de 25 de enero de 2013, por el que se aprueba el Plan Estatal de Protección Civil ante el Riesgo Volcánico, articulado en el que no se menciona ni una sola vez al Instituto Volcanológico de Canarias, desoyendo gravemente la voluntad de las Cámaras Legislativas de este país, y en cuyo Plan Director se contemplan hasta quince planes de coordinación y apoyo, pero ninguno de ellos se ha redactado con la finalidad de asegurar los fines de la Ciencia, ni en su contenido se contempla para nada esta posibilidad que es a todas luces imperiosa, sobre todo por lo que desconocemos sobre la materia, teniendo la posibilidad de realizar avances insuperables en escenarios cercanos como los de Canarias en su caso. Sin duda otra oportunidad perdida, una texto redactado sin contar con todos los organismos e instituciones necesarias que parece predecir un escenario militarizado en caso de catástrofe volcánica más que una oportunidad para la investigación.

Por todo ello, insisto en que es el momento de apostar por el INVOLCAN, pero no como un edificio o sede física, las casas que se construyen sobre falsos cimientos acaban cayendo tarde o temprano

Tampoco es un Centro de Datos lo que se debe promocionar, eso le corresponde en todo caso a los poderes públicos, pero si puede realizar esa labor con la centralización de los medios bajo una misma dirección científica, coordinada y estructurada en los diferentes aspectos de la vigilancia volcánica, aunando esfuerzos y reduciendo con ello el gasto.

No veo al INVOLCAN como un sustituto del IGN, como un centro de funcionarios de Servicio Público para monitorizar datos sin hacer la correspondiente investigación. 

El INVOLCAN debe aspirar a mucho más, para mí debiera estar compartimentado en tres facetas fundamentales:

- La primera, la INVESTIGACIÓN Y SEGUIMIENTO, la más amplia, que debe estar coordinada e integrada por todos los organismos que hacen ciencia volcánica y el proceso de registro de datos, su elaboración, estudio y la formulación científica sobre los mismos, 

- La segunda debe ser la GESTIÓN DEL RIESGO, impulsando el conocimiento de los escenarios de riesgo volcánico, las posibles afecciones e informando a las autoridades convenientemente para que no se cometan barbaridades como la instalación de hospitales en zonas de alto riesgo, etc… 

- La tercera, y no menos importante, la de FORMACIÓN Y EDUCACIÓN, que debe ser liderada por nuestras Universidades, apostando por una carrera o máster en Volcanismo, con una cátedra sobre la materia, con la formación en cuestiones básicas de todo el profesorado de nuestra tierra y para que se imponga una materia obligatoria en nuestros colegios, la ciencia volcánica, formando con ello a los más pequeños.

Estas tres facetas básicas, INVESTIGACIÓN, GESTIÓN Y FORMACIÓN, deben acometerse de forma simultánea y coordinada, sumando esfuerzos desde todas las administraciones públicas implicadas y bajo el amparo del Gobierno de Canarias, competente en la materia en esa fase tan amplia que comprende la PREVENCIÓN, aglutinando a científicos, investigadores, funcionarios, estudiantes e incluso voluntarios independientes que a veces tienen mucho que aportar y exigen muy poco a cambio, salvo el reconocimiento a su esfuerzo y voluntad de cooperación, ejemplos que todos conocemos y no voy a nombrar.

Si no cumplimos con esta tarea estaremos volviendo la espalda al volcán, mirando para otro lado, como hacían antes, por ejemplo, aquellos Guardias que durante la erupción de hace más de cuarenta años del Teneguía,  velaban por la seguridad de la población de Fuencaliente dando la espalda al  fenómeno natural, sin pararse ni un segundo a contemplar la belleza y grandiosidad de la erupción quizás por desconocimiento, por miedo o por falta de formación que es causa de las dos anteriores.

Hoy en día ese escenario no se contempla o al menos no debiera contemplarse, y quienes nos protegen ahora miran además, de cara al volcán, le miran a los ojos, disfrutan del espectáculo y colaboran con la ciencia, colaborando con ella, y porque en Canarias hay además un programa de educación en la cultura volcánica que desde hace unos años lleva a cabo el INVOLCAN (Canarias, una ventana volcánica en el Atlántico) que acerca a todos incluidas las fuerzas de seguridad, el conocimiento del fenómeno y la estimación de riesgo volcánico, programa que ha paseado por todo el archipiélago esta institución sin el apoyo de quienes debieran haber estado siempre a su lado, de quienes gestionan lo público y deben velar por la vida y la seguridad de todos los canarios y de los que nos visitan.

Son otros tiempos, se demanda formación, conocimiento, investigación, desarrollo e innovación, que son la mejor forma de afrontar la crisis, superar esta situación con renovadas fuerzas, fomentar el turismo volcánico, potenciar nuestras posibilidades energéticas, emprender y fomentar la inversión y sobre todo, crear empleo. También en este aspecto, la ciencia volcánica puede y debe cumplir su papel.

No dejemos pasar la oportunidad, apostemos por la ciencia volcánica, por el INVOLCAN y estaremos apostando por un mejor futuro para Canarias.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si lo que has leido te ha gustado o no, espero tu comentario, gracias.