jueves, 11 de noviembre de 2010

QUIEN SIEMBRA VIENTOS...

El conflicto generado en esas cercanas tierras africanas del Sahara occidental, antes colonia española, no deja de espantarme, no solo por las escasa noticias que se tienen, sino por la dificultad de obtenerlas y por las imágenes hurtadas a las autoridades marroquíes que unos pocos valientes logran enviar por medios telefónicos arriesgando claramente su integridad y quizás su propia vida.

Que este conflicto era algo posible por inevitable quizás fuera dudoso en estos tiempos en los que lo normal es el diálogo entre los pueblos para la resolución de las diferencias o los problemas sociales.

Pero conociendo la terquedad del régimen alauita, el desarrollo de todos los acontecimientos, la preparación del asalto al campamento de la dignidad, el aislamiento de la zona libre de extraños o periodistas testigos de la actuación de las fuerzas policiales, militares o civiles marroquíes, y la casi segura purga salvaje de elementos inoportunos al régimen marroquí, delatados por los mismos conversos a la causa antes pertenecientes al Frente Polisario no me ha sorprendido salvo por la sensación de horror que siento de no saber del destino de tantos niños, mujeres y ancianos abandonados a su suerte por la Comunidad Internacional, sorda e impertérrita ante estas atrocidades.

Espero de mi gobierno una reacción, y quizás me quede esperando porque por lo anunciado hasta el momento no hay elementos que me hagan creer que esta reacción se va a producir en un breve espacio de tiempo, y tiempo es precisamente lo que no tienen de su parte las víctimas en este conflicto.

Sin duda, esta actitud de Marruecos, blindando sus fronteras para evitar la intromisión en lo que llama asuntos de régimen interior, es la menor de las reprochables, pero al menos de ésta tenemos pruebas más que evidentes para llamar la atención desde las más altas instancias del Estado, de la Comunidad Europea a la que pertenecemos y de la que Marruecos es “aliado preferente”, y por supuesto desde las Naciones Unidas, que ahora si que han demostrado estar verdaderamente unidas, pero en ignominia y en el desprecio por los derechos fundamentales de unas gentes, el pueblo saharaui, que no merecen tal abandono, hasta el punto que temo que aprovechando la situación, Marruecos cometa un auténtico genocidio, si no lo ha empezado ya.

Todos sabemos que Marruecos es un país importante por su situación geo-estratégica, por los apoyos occidentales, por su apuesta por el islamismo moderado, por tantas y tantas cosas que nos hacen respetar a esa nación del Magreb, pero fundamentalmente por que es el parapeto para el radicalismo y extremismo islámicos en la misma puerta sur de Europa, y con ello se ha granjeado el respeto de la comunidad occidental, hasta el punto de mirar para otro lado cuando en tantas ocasiones se ha llamado la atención sobre episodios de vulneración de los derechos dentro de su territorio.

Es como decir: tú haz lo que quieras, que yo no voy a decirte nada… hazlo como te venga en gana pero no dejes que pase ni uno… Y seguro que ese régimen que en lo político se llama socialista, cumple a la perfección con los dictados de occidente, a cambio de políticas económicas favorables, suculentas inversiones, influencia y sobre todos de armas y tecnología, incluida la de doble uso.

Marruecos ha avanzado mucho, muchísimo. Hace apenas unos diez años, estaba en una situación de desarrollo incipiente parecido a los años 50 de nuestro país. Pero hoy, está muy avanzado, y en algunos campos ha superado incluso a muchas de nuestras comunidades autónomas, con la fortísima inversión en muchos de los grandes negocios y oportunidades que ofrece, como en sectores de la industria, la minería, los laboratorios, la tecnología o el turismo. A cambio dentro de su territorio, han llevado una política de severidad y rigor en la seguridad pública, favoreciendo los asentamientos turísticos, quemando y destruyendo muchas de las plantaciones de droga, y sobre todo controlando el fenómeno del islamismo radical.

Todo estos avances que han conseguido con mucho esfuerzo, podrían quebrarse si no reconviniera su actitud respecto de este conflicto, claro está, solo si la comunidad internacional tomara de verdad cartas en este asunto y se exigiera del régimen alauita que repusiera todo al estado anterior, y que cumpliera con el superior mandato de las Naciones Unidas, liberando al pueblo saharaui de su actual ostracismo.

Respecto del Polisario, que se erige en representante legítimo de la población saharaui, siempre procuro hacer una distinción, entre quienes con las armas y con atentados atacaron la confianza de nuestra gente allá por los años setenta, con secuestros, bombas y asesinatos, de los que nunca he oido públicamente pedir perdón a las víctimas y a los familiares de estas, y los distingo de los pobres saharauis, muchos de ellos todavía españoles, mujeres ancianos y sobre todo niños, que no tienen o no tuvieron nada que ver con aquellos hechos, y que malviven en penosas condiciones en los campamentos de refugiados o en las ciudades ocupadas por Marruecos en el territorio del Sahara occidental. A los primeros no les perdono porque no veo arrepentimiento por ninguna parte, a los segundos los acompaño en el dolor, los apoyo y pido ayuda para todos ellos. Quizás el Polisario sembró con su actitud de hace treinta años sin querer, la desgracia que ahora sufre en sus propias carnes.

Otra opción que Marruecos pudo haber decidido hace ya muchos años, es que con el diálogo y con concesiones lógicas y razonables, se hubiera dotado a este pueblo de una comunidad o estatuto de autonomía con las suficientes garantías y bajo la administración de ese mismo gobierno marroquí, pero creo que ahora es demasiado tarde para dar marcha atrás, y esa quimera no se ha de producir.

Lo que si es posible, es que este conflicto acabe enquistándose y se convierta en de nuevo en una guerra, con los perjuicios para la seguridad de la zona, para la tranquilidad de los países y territorios cercanos con influencia sin duda en sus maltrechas economías acentuadas con la crisis actual.

Todo dependerá del desarrollo de los acontecimientos en los días venideros, no espero milagros como suelo decir, pero confío que la cordura o el miedo a algo peor, haga reaccionar a alguien antes que esta situación se torne en algo completamente dramático e irresoluble. Tiempo al tiempo.

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