viernes, 25 de diciembre de 2020
Cuento de Navidad 2020
miércoles, 15 de julio de 2020
YO TAMBIÉN SOY CAMPECHANO
Corrían los últimos días del mes de noviembre de 1975, el dictador Franco agonizaba, el régimen se debilitaba, muchos españoles temían lo que podría venir más adelante, unos porque recelaban de los cambios que podrían originar la pérdida de su poder, otros porque ansiaban ese cambio, pero sentían miedo de empezar un tránsito incierto y falto de pilares democráticos.
Pero a la muerte de Franco la luz se hizo con la llegada de personajes fundamentales de nuestra transición democrática, hombres de Estado forjados a si mismos, por la necesidad de protagonizar un cambio político desde un sistema dictatorial y férreo ya debilitado, lo que lo hacía más peligroso, hacia un sistema democrático y participativo liderado por un personaje insustituible nacido del mismo régimen, como fue Adolfo Suarez y de otro adalid de la libertad, educado y formado para ser Jefe del Estado, que no era otro que el entonces Príncipe de España por decisión del dictador, que luego fue nombrado Rey de España, D. Juan Carlos I.
Nada hacía presagiar ese movimiento político hacia una monarquía parlamentaria moderna y ejemplar, al menos en lo político, pero fue el tesón de aquellos dos protagonistas de nuestra historia los que sembraron la semilla de lo que hoy muchos podemos disfrutar, a pesar de las voces contrarias a aquella transición, el siempre temido ruido de sables o la oposición de muchos caciques eternos, que debieron aprender a convivir en democracia desde el principio.
También fueron partícipes de aquel milagro político de la transición, algunos líderes de los partidos del exilio, como el PCE, PSOE, PSP etc.… que lejos de exigir la vuelta a la situación previa a la Guerra Civil, supieron leer el momento y la situación de España, apostando decididamente por una Monarquía, de la mano de nuestro Rey, que junto al Presidente Suarez propugnaron la Reforma Política, el sistema de partidos, y la promulgación de nuestra actual Constitución en diciembre de 1978, una norma fundamental muy desarrollada, compleja y completa que fue corroborada y aprobada por la mayoría del pueblo español en un Referéndum Constitucional que parece nadie recuerda en la actualidad.
Fue el desarrollo de los diversos capítulos de este texto fundamental, basado en otras constituciones modernas y ejemplares pero con su propia idiosincrasia nacida de la pluriculturalidad de nuestra Nación, la que nos ha llevado al momento actual, de un sistema autonómico ampliamente desarrollado, que no conoce igual en ningún otro lugar del mundo no solo a los derechos de las autonomías sino sobre todo, a la capacidad de articular legislación y reglamentos incluso de forma asimétrica, lo que constituye uno de los problemas del mismo sistema, al que parece nadie puede ni quiere meter en cintura, antes que se convierta en un disparate reglamentario.
Durante este tiempo desde la transición hasta nuestros días, nuestro entonces Rey Juan Carlos, defendió a España y a su democracia con absoluta firmeza, no solo dentro del país, como respuesta al desafío golpista del 23 de febrero de 1981, sino también fuera de España, en todos los escenarios globales a los que fuimos accediendo después de salir de la Dictadura y en todos los países a los que con su visita, acompañando a una misión comercial, política y económica, hizo valer su capacidad de representante máximo del Estado y sus excelencias como relaciones públicas, consiguiendo con su magnífica intervención muchos acuerdos, avances y contratos que de otra forma, dudo mucho se hubieran podido conseguir.
Le debemos mucho al Rey emérito Don Juan Carlos, tal es así, que muchos que recelaban de su persona y dignidad, se convirtieron en “Juancarlistas” convencidos, que no monárquicos, porque eran de convicción republicana, algo que solo quienes sufrieron el oprobio y la miseria de los años mas duros de la dictadura, saben valorar en su justa medida.
D. Juan Carlos ha cometido también errores, no por ser nuestro Rey sino porque es humano, pero por muchos que hayan sido, nunca tendrán el mismo contravalor que aquello que ha conseguido para España, los logros de sus acciones son mucho más valiosos que los daños de sus errores, infinitamente más, eso lo sabemos quienes hemos sobrevivido a la transición viendo crecer la Democracia plena en España, un sistema que también tiene errores, porque quienes lo encarnan, los políticos, son también imperfectos, llenos de miserias morales y desvergüenzas en muchos casos, que han conducido a la corrupción, los desfalcos, la malversación y el latrocinio.
Si comparamos las cantidades que supuestamente ha sacado de cuentas suizas el Rey emérito y que ahora quienes quieren romper España, le echan en cara con publicidad desbordada, con uno solo de los cientos o miles de casos de choriceo de nuestros políticos, nos daríamos cuenta de la insignificante y nimio que parece lo primero y lo miserable que parecen quienes lo airean cuando callan lo segundo; pongamos el caso de los EREs de Andalucía… son solo unos 700 y pico millones de euros, que nadie va a devolver ni se va a hacer cargo de ellos, que han salido de nuestros bolsillos y nadie nos los va a reintegrar.
Pues bien, el dinero de nuestro Rey Emérito es suyo, lo habrá recibido como pago, comisión o ganado en la bolsa, a mi me da igual, pero no es ni mínimamente comparable al choriceo de nuestra clase política que, por cierto, sigue escondiéndose bajo este tipo de cortinas mediáticas, para acabar con la Monarquía, con nuestro actual Rey D. Felipe y con el sistema más generoso y eficaz de gobierno en Democracia que nunca hemos disfrutados los españoles.
Que quieren hacerle una comisión de investigación, que quieren airearle no se que historias, que hizo esto o lo otro… señores, me da igual. Nuestro Rey, gozaba de privilegios que todos votamos en aquel magnífico referéndum constitucional, y nadie tiene un certificado de que hubiera votado en contra y le permita exigir otra cosa distinta de lo que en aquel momento decidimos por mayoría TODOS LOS ESPAÑOLES. Nos puede gustar más o menos, pero la democracia y el juego democrático es así, rigen las mayorías y eso es lo que hay que aceptar… o te vas a Cuba, Venezuela, Corea del Norte o Irán.
Ahora tenemos un Rey ejemplar y digno, muy digno, valiente y preparado, quizás mucho más que lo que fue su padre, tiene un talante democrático envidiable pero un carácter firme y decidido, que le hace estar frente a los enemigos de España y de los españoles, de su Democracia y de los derechos y libertades de todos los ciudadanos, por encima de todo. Lo ha demostrado en varias ocasiones, de forma pública y notoria, eso es lo que sus enemigos no le perdonan, que no sea un tolete sumiso, que no se pliegue ante los bolcheviques, que no se rinda ante los totalitarios y fascistas que quieren hacerlo abdicar de su papel de Jefe del Estado.
Yo era y sigo siendo un “Juancarlista” convencido, acepté de nuestro campechano Rey emérito las disculpas por sus deslices de caza, de algunas de sus erradas y humanas decisiones, de los problemas que se generaron en su Casa que deben permanecer dentro de ella, como en la de cualquiera de nosotros, porque los problemas familiares son algo privado, que nadie debe conocer ni publicar salvo que exista consentimiento de quien los sufre o padece en la forma que sea.
Hoy no puedo dejar de asombrarme de la campaña brutal contra nuestra Monarquía, que no es otra cosa que un sistema de gobierno tan legítimo y actual como la misma República; de hecho, no hay que mirar a nuestro alrededor para comprobar que ocho de las diecinueve democracias más perfectas del mundo son precisamente monarquías, y los peores países del mundo en libertades públicas y derechos de sus ciudadanos son precisamente repúblicas.
Nuestro Rey emérito no merece semejante trato, ni tampoco su hijo, el Rey Felipe, es injusto lo primero y es vil y retorcido lo segundo; es la miseria de quienes sin conocer la historia de España, la Transición y los logros de nuestros sistema democrático bajo el liderazgo de nuestros monarcas, se constituyen en revisores de la verdad, construyendo al mismo tiempo una versión alterada e interesada que vende como cierta, cuando no tendrían derecho a criticar lo que ignoran ni a hablar de aquello que no han vivido.
Es la verdad alternativa de los hijos bastardos de la democracia, como aquellos cuyos padres sobrevivieron a la transición viniendo del régimen, donde vivieron como señoritos y ahora se venden como luchadores contra el franquismo… ¡mentirosos! … o aquellos otros que dicen que han luchado contra este sistema cuando se han provechado precisamente del mismo para medrar, estudiar con becas, colocarse y obtener subvenciones, hasta comprarse un casoplón mientras colocan a la familia en puestos dirigentes… ¡hipócritas! … o aquellas que se rasgan las vestiduras con discursos de igualdad mientras exigen la asimetría desde el poder que ostentan por derecho de pernada… ¡cretinas!
Los discursos de éstos y éstas no van a cambiar la realidad, ni por supuesto, la opinión que tengo de quienes realmente han luchado para que España sea una plena democracia, incluidos nuestros monarcas.
Por eso me reafirmo… yo también soy “campechano”.
¡¡¡Viva España, y Viva el rey!!!
viernes, 6 de marzo de 2020
A VECES NO ES NECESARIO BUSCAR TAN LEJOS.
domingo, 30 de octubre de 2016
PARA EL MAGO, NO HAY MAL TRAGO
Resulta que en una mesa cercana se encontraba un señor de ya cierta edad, con un fino bigote muy típico y ataviado con una camisa blanca impoluta jalonada de una interminable corbata negra, que seguramente lucía como respeto al luto tradicional y más que obligado en estos lugares, por el fallecimiento de algún ser muy querido. Este hombre había estado comiendo en la misma mesa junto con un chico joven, tal vez de su propia descendencia, el cual se había alejado de la mesa para pagar la consumición, dejando solo al primero, que procedía en ese momento, ya levantado, a sacar de un curioso pastillero lo que debían de ser unas dosis para combatir o mantener a rajatabla algún mal, que no fuera el de comer bien y beber lo justo para no faltarle el respeto a nadie, algo muy típico de nuestra gente mayor, repleta de sabiduría y sentido común.
El caso es que este hombre, luego de tomar una primera pastilla sin acompañarla más que de su propia saliva que parecía escasa por el gesto, colocó en su boca con exquisito cuidado una segunda pastilla con la intención de enviarla al mismo lugar que la anterior, pero para asegurar el éxito de esta dificultosa empresa no teniendo nada mejor a mano, cogió de la mesa una botella sin marcas ni etiquetas de color ojogallo, que bien podría haber contenido un caldo que conozco como clarete y tras desenroscar su tapón con cuidado, sin olerlo antes, se apretó un generoso buche para ayudar al mal trago de las dichosas pastillas.
Parece más que evidente que estos hombres están hechos de otra pasta, ni se inmutó, solo empezó a andar de forma lenta y cuidadosa hasta la barra del local, agarrándose a la misma para solicitar un trago de agua que pudiera rebajar aquel agrio trago y poder salir, siempre inhiesto y altanero de aquel local como si nada hubiera pasado.
Después de una media hora lo pudimos ver de nuevo en saliendo de otro local de la misma zona, un poco más entonado y con la tez más sonrosada; en ese momento quedamos convencidos que no sufrió daño alguno, se recuperó de forma airosa de aquel incidente del que solo nos dimos cuenta nosotros y el afectado, que seguía luciendo su impoluta camisa blanca con su interminable corbata de luto de nudo gordo atada a su cuello.
Está claro, para el “mago” no hay mal trago.